Las escuelas de verano ofrecen toda una variedad de actividades que se convierten en la mejor solución para los padres. Conciliar la vida familiar y laboral siempre cuesta, pero en verano la tarea se dificulta y hay que buscar la mejor forma de afrontarlo para ambas partes.
En muchas ocasiones, la última alarma que señaliza el fin de las clases y la bienvenida a las vacaciones escolares de verano se traduce en un estado de inquietud en los padres. Lo que debería ser bueno para ellos para pasar más tiempo con los niños, se convierte en una lucha constante por conciliar la vida familiar y laboral sin perder el tipo. Es por esta razón por la que deberíamos plantearnos las escuelas de verano como solución.
Las escuelas de verano: solución para padres y niños
Podríamos pensar que dejar de lado la jornada laboral partida y apostar por la jornada intensiva en verano sería una buena solución. Sin embargo, lamentablemente no todo el mundo tiene acceso a ella, así como no todos tienen abuelos y familiares con los brazos abiertos y el tiempo libre para recibir a tus hijos.
Por otro lado, debemos plantear una solución para los niños que les ofrezca una experiencia positiva para ellos, y no una etapa en la que el verano se pueda convertir en algo negativo. Las escuelas de verano en parte se pensaron para eso.
¿Qué supone para los niños las escuelas de verano?
Cuando terminan el curso escolar, los niños necesitan algo con lo que desconectar. Pero el excesivo tiempo libre con el que se encuentran de repente en verano muchas veces los lleva a la monotonía y al aburrimiento, sobre todo cuando los padres no podemos atenderles como se merece.
Las escuelas de verano ofrecen siempre una experiencia inolvidable. Durante un par de semanas, los niños conviven con otros en un atractivo espacio y tienen diversas actividades, excursiones y juegos para aprender habilidades de interés, como las espaciales o la lógica. Unas semanas que los padres pueden aprovechar para disfrutar en pareja sin la carga extra de responsabilidad de los hijos bajo un buen fin, sabiendo que están en buenas manos y están pasándolo bien.
Solo por el hecho de salir de casa y convivir con otros niños de edades similares en un entorno distinto al escolar es algo que les marca de por vida. Libres de deberes diarios, pero con un plan distinto para cada día, los niños pueden aprender mientras se divierten.
Una de las principales ventajas es que en este ambiente los niños dejan de ser el centro de atención, siendo perfectamente atendidos por un grupo de monitores. Ya no se encuentran en el seno familiar donde pueden sentir una sobreprotección, sino que se tiende a darles mayor autonomía y libertad de decisiones, lo cual es fundamental para contribuir a su madurez y desarrollo personal. Además, sus habilidades sociales se verán favorecidas, pues saldrán con muchos amigos que nunca olvidarán.
Así pues, en las escuelas de verano los niños aprenden:
- A ser más tolerantes en el colectivo del grupo
- Hacer nuevas amistades
- Ganar autonomía y salir de la sobreprotección maternal y paternal
- Colaborar y trabajar en equipo
- Ganar confianza en sí mismos
- Aficionarse a nuevas actividades (deportes, multiaventura, manualidades, juegos) e iniciarse en nuevos intereses: las ciencias, orientación, la naturaleza, la robótica, la música, los idiomas….
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