En los últimos tiempos hemos oído hablar mucho del «bullying» en los colegios, una amenaza presencial entre l@s niñ@s y jóvenes con la que cada vez la sociedad está más concienciada y se intenta atajar desde los centros educativos y las familias.
Pero de un tiempo a esta parte con la llegada de las redes sociales y los juegos en línea aparece un nuevo modelo de bullying llamado «ciberbullying» que es un modo disimulado de acoso verbal y escrito. Los acosadores hostigan a sus víctimas a través de dos medios –el ordenador y el móvil–. A través del ordenador, el afectado recibe mensajes acosadores en el e-mail, en el instant messaging. Le cuelgan post obscenos, insultos en chats. Incluso el acosador/es pueden crear blogs o webs para promover contenidos difamatorios.
Hay autores que identifican siete categorías de violencia verbal y escrita a través de las nuevas tecnologías:
1. Flaming: Envío de mensajes vulgares o que muestran enfado sobre una persona a un grupo online o a esa persona vía email o SMS.
2. Acoso online: Envío repetido de mensajes ofensivos vía email o SMS a una persona.
3. Cyberstalking: Acoso online que incluye amenazas de daño o intimidación excesiva.
4. Denigración: Envíos perjudiciales, falsas y crueles afirmaciones sobre una persona a otras o comentarios en lugares online.
5. Suplantación de la persona: Hacerse pasarse por la víctima y enviar o colgar archivos de texto, video o imagen que hagan quedar mal al agredido.
6. Outing: Enviar o colgar material sobre una persona que contenga información sensible, privada o embarazosa, incluido respuestas de mensajes privados o imágenes.
7. Exclusión: Cruel expulsión de alguien de un grupo online.
Si echamos un vistazo a las últimas noticias sobre el acoso en internet, podemos ver como la COVID-19 ha propiciado el aumento de los casos de «ciberbullying» durante el confinamiento. Según Ámbito.com creció en un 40 % en lo que va de la cuarentena y es una problemática actual en la que se da una situación de acoso, molestia, amenaza o humillación hacia un niño/a o hacia un/a adolescente a través de internet y fundamentalmente a través de las redes sociales y juegos en línea.
El artículo «Menores y redes ¿Sociales?: de la amistad al cyberbullying» publicado por el INJUVE (Instituto de la Juventud) y que podéis leer aquí, ha estudiado distintas cuestiones relacionadas con el fenómeno de las redes sociales y el acoso digital y pretende responder a algunas preguntas: ¿es el acceso a Internet determinante a la hora de estar expuesto a recibir agresiones virtuales?, ¿facilita el acceso el desarrollo de conductas negativas de agresión a terceros?, ¿qué papel juegan el género y la edad en esta realidad de víctimas y agresores? Las redes sociales, tan populares entre este grupo de edad, ¿constituyen un caldo de cultivo para este tipo de prácticas?
5 consejos básicos para evitar el ciberbullying
Sin duda la mejor manera de combatir el «ciberbullying» es la prevención, ¿Cómo lo conseguimos?
1. Fomentar la confianza y la comunicación: hablar, ser transparentes, ayudarlos a utilizar Internet con responsabilidad. Incluso, herramientas como el control parental pueden ser un buen recurso para garantizar este buen uso.
2. Cuidar la privacidad: Algunas recomendaciones básicas pasan por privatizar los perfiles en redes sociales, agregar a estas redes solo a personas de confianza, cambiar las contraseñas con frecuencia y configurar las opciones de privacidad de las distintas plataformas.
3. No caer en bulos: Debemos saber qué es un bulo, una mentira y no compartirla en redes sociales. El uso del pensamiento crítico entre los más jóvenes es del vital importancia.
4. Vigilar la privacidad: no compartas nada que no quieras que vean. Cuida y vigila lo que subes en internet.
5. Denuncia: Si eres víctima de acoso en internet o crees que tu hijo/a lo está sufriendo, no tengas miedo y denuncia a (Policía, la propia escuela, moderadores de redes sociales y plataformas, etc.). Y, por supuesto, también están disponibles para informarse las páginas webs y los teléfonos de ayuda de instituciones como Incibe (Instituto Nacional de Ciberseguridad) o asociaciones como la española Stop Haters.